Reproducimos
aquí la entrada sobre Emma de Cartosio presente en Poematica entrerriana contemporánea.
Un trabajo de Sadi Grosso datado en el
año 1958. Emma por su parte publicó más libros de los que aquí se señalan.
Sugiero para esta información visitar la página que le dedica Autores de
Concordia (Aquí). El poema colocado debajo pertenece a la mencionada antología
de Sadi Grosso.
Nacida en
Concepción del Uruguay, no tiene, en nuestro conocimiento, otros ejemplos
poemáticos anteriores a “Madura Soledad” (1948), y por su adecuación a la
presente muestra reproducimos el juicio de Luis Alberto Ruíz en “Entre Ríos
Cantada” (antología): “La poesía actual de los jóvenes liricos –la que
diariamente se hace y se publica- plena de impotente vaguedad, parece que sólo
pudiera trasvasarse mediante la invención previa de un ficticio “mundo mágico”
del poeta, y acontecer lírico, en limbos inasibles, poblados de ángeles feminoides,
y deja para lo cotidiano (que es lo mágico, cuando se lo ve como Emma de
Cartosio lo ve) la limosna, a veces, de un verso más o menos explícito, que
sugiere la terrenidad del que los compuso. Pero esos rombos de ceniza, muy
frágiles, de carbones ardidos hace tiempo, no nos inquietan. Sabemos que Emma
de Cartosio nos ha entregado ya –y nos sigue entregando- mensajes directos de poesía
–actas de presencia en el mundo., y que ella misma habita en medio de su segura
posesión”.
Niña del retrato
Hay horas de
sillones y zaguanes curiosos en los pueblos;
hay diarios
que anuncia el nombre de los niños nacientes;
hay mujeres
de balcón y misa recostadas sobre el ayer;
hay una casa
con malvones, nietos de los que tú plantaras;
hay espacio
y tiempo para ti, niña rubia del retrato
que busco en
mi sangre, en la tierra litoral y en la nostalgia.
Tienes un
oso maltrecho junto a tu corazón de hilo
celeste en
el que abejas invisibles anidan y elaboran
salvaje miel
de antiguos veranos luminosos.
El flequillo
oro sobre las pupilas absortas
en el
mediodía de un perdido arenal parpadeante
que te miró
de frente y fijo una vez, sólo una vez,
cuando a
través de ti posó, virgen y desnuda, la vida
ante el
siempre insomne ojo de su dorada eternidad.
Pero aunque
inhallable, el perdido arenal fué creciendo
dentro de ti
hasta el grito azul que en mirada, inocente
pero
inflexible como la de Aquel a cuya memoria
tu olvido la
confiase, nombra a la niña que en mi sangre
resbala por
el corredor de las arterias, curioseando
bebiendo de
vasos capilares y directamente del corazón
el zumo, ya
dulce, ya amargo, de la soledad en primavera.
Pero la niña
que infatigablemente renueva mi sangre
busca entre
las cosas y los fantasmas, la respuesta
que a la
otra, a la pequeña criatura sabia del retrato,
le llegaba
como un sueño plácido entre pesadillas.
Recorro
descalza el verano litoral y me concentro
en piel bajo
el sol de la costa mientras mis párpados
aguardan el
santo y seña del reverbero que anuncie,
niña rubia
del retrato, tu retorno en bienvenida.
Pasa el ayer
con inmóvil rostro de muñeca;
pasan la
dicha, el dolor, la verdad y el río;
aprieto más
y más los párpados.
A lágrimas
conjura la ceguera que le impongo,
la habitual
niña que bebe en mi sangre.
A lágrimas
te recupero en nostalgia, criatura,
absorta criatura
celeste del retrato.
____
En Obra completa, 1era. Edición, Mac Ediciones. Paraná:1992
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