sábado, 15 de junio de 2013

Día / Carlos Mastronardi

Estos poemas pertenecen al subtitulo Día del poemario Tierra amanecida (1926). Pese a que aquí se reproduzcan uno luego del otro, vale aclarar que su edición deja el espacio de la hoja en blanco entre cada uno. Dicho esto, podemos pensar que conforman una serie (dado el subtitulo que los agrupa), pero que a su vez poseen cierta autonomía como piezas. 

Madrugada

La aurora se levanta risueña como un chico.
El sol pública y abre llanuras y distancias.
De las barbas gauchescas de los sauces escapan
como frases serenas las primeras bandadas.

Me siento rico en cada yuyito o flor que veo.
La mañana es ferviente como un grillo sonoro.
Voy paciendo emociones… ¡Salud, señores pájaros!
Sacuden horizontes los vientos de mi gozo.



Mañana

El puño del colono revuela como un pájaro
y se abre en numerosas canciones de semillas.
El campo es una mansa palabra del Señor,
y cielo desvelado no es más que su alegría.

Como un cariño nuevo se agranda el firmamento.
Las fáciles llanuras se ahondan cual anhelos.
Y en tanto se desata la luz sobre las eras
mi corazón madruga como la primer labriega.




Mediodía

Camino rumbo a un canto perdido entre las mies.
Toda cosa predica su bellida existencia,
mientras yo las contemplo como quien las rezara.
El nidal de mi pecho, de hermosura se alegra.

Otra cosa no tengo que la tierra y cielo.
Un agüita de grillos por el campo se encrespa.
Y al tornar el labriego con las manos ungidas
la mañana es redonda como el pan de su mesa.






Siesta

Me tendí largo a largo con el sueño en el trébol.
El molino hila un viento haragán y delgado.
Numerosos tractores van cantando distancias.
Una roldana parte la siesta. Lindo el campo.

Dobla sus florecidas marañas el silencio.
Homenajes de luz. Recién hoy he mirado…
El momento persuade como un claro consuelo
y es reposo en las vidas y sosiego en los pastos.


Oración

Mi desgano se entrega largamente al instante.
Los espacios cansinos en nosotros padecen
y la tarde convida cual sabrosa aventura…
Un recuerdo de luz es el campo yacente.

Los confines teatrales desbarrancan el Tiempo.
Minuto tan antiguo que vuelve de la muerte.
La llanura, mendiga de balidos, caduca,
y tal vez una moza por la senda, oscurece…

Noche

La majada del día va dejando vellones.
Espoleado de grillos el silencio galopa.
Por el monte profundo desensilla la noche
nostalgiosa de leguas. La sombra nos perdona.

Se recuestan los sauces en la niebla soñera.
Mi quietud es orilla donde expiran las horas.
En la huraña y ceñida soledad tiembla el rancho
y se enciende lo mismo que una voz cariñosa.


 Medianoche

Los astros hacen rondas en torno del Señor.
Se deshojan los siglos; toda quietud es vieja.
Mi ayer encajonado para siempre en los años
en la paz solitaria me aproxima su ausencia.

Es el mundo olvidado de sí mismo, la noche
que rechaza mis pasos serenados de estrellas.
Calladas aves cruzan buscando la alborada,
y desfilan las ánimas suspirando luciérnagas.








 Las fotos están tomadas del Facebook del grupo musical Perota chingo.-


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de “Tierra amanecida” en Mastronardi, Carlos; Mastronardi. Obra Completa. Edición a cargo de Claudia Rosa 1ª edición. Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe: 2010

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